Hay algo en nuestra mente que nos maneja con velocidad vertiginosa y que tiene el poder de desintegrar nuestra identidad. Puede convertirse en algo tan intenso que logre torturarnos o que nos haga sentir un placer inigualable que anestesia nuestro dolor o miedo. Este sentimiento es la obsesión.

Cuando llega a estos niveles nos está matando. Para superarla hay que cambiar el foco de atención. Sí, se requiere conciencia, coraje y continuidad. Una maniobra brusca a esta velocidad puede ser mortal, pero si ya no hay tiempo, es mejor hacerlo como la más alta señal de supervivencia.
Regresar de esta experiencia nos enseña el límite, quedarnos en ella nos mata física y espiritualmente.
“La pasión es una obsesión positiva. La obsesión es una pasión negativa” (Paul Carvel).

Deja un comentario