Mente débil

Una repetición mental de una idea o concepto, puede tener la capacidad de carcomer nuestro intelecto. ¡Pero si aprendemos así y somos seres curiosos que convertimos acontecimientos en experiencia!. Ahora quiero referirme a esas ideas que arrancan el corazón y nos conducen al mismo infértil espacio. Decir que salimos fortalecidos de los infiernos personales tiene más que ver con la primer entrada a esta abducción que las próximas siguientes similares. Cada vez que nos entregamos a una idea obsesiva o a una reacción automática, ingresamos a un espacio altamente contaminante. Nuestro “ego sobreviviente” considera la salida como un acto de fortaleza carente de consecuencias. Pero las hay.

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Nos desgastamos en todos los sentidos. Y este desbalance que hemos permitido queda contabilizado en rojo. Ante nuestra conciencia nos juzgamos más sabios, fuertes, experimentados. Es verdad. Pero esa, sutil o no, falta de prudencia es la clave por medio de la cual se contamina nuestra sangre. En el tiempo, esto tiene una valencia superior a nuestros méritos y amenaza en la oscuridad y sin previo aviso.

Cada cual es su custodio y a esta altura de nuestra evolución, detenerse a tiempo es un acto inteligente.

 

 

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