Es falso que el agujero está vacío, no existe ese vacío absoluto, por lo menos en nuestro universo. Está lleno de energía negativa, energía cuya naturaleza no conocemos y que ejerce presión y tensión en nuestra psiquis. No hay límite en la cantidad de lo que lo contiene.
Este vacío nos jala hacia adentro provocándonos incertidumbre y nos manda hacia afuera expandiéndonos a través de nuestras relaciones. Qué clase de relaciones construyamos, ese es nuestro destino y tiene que ver directamente con las misteriosas propiedades de ese vacío.

Podemos conectarnos con otros de manera comprometida. Esto es un salva conducto que evita que el vacío nos desintegre, o andar por la vida relacionándonos “sin lazos ni corazón”.
Ahora bien, si negamos algo tan natural como el vacío y si le ponemos una tapa de represión y “hacemos” como si estamos vivos, la olla a presión en algún momento explota. Otra cosa es adentrarnos con cuidado a los bordes del agujero y ver de qué se trata lo que hay dentro.
El vacío está lleno de riquezas, necesitamos aprender a reconocerlas, respetarlas, apreciarlas y reutilizarlas. El vacío desconcierta a nuestra mente, y paradójicamente privilegia el crecimiento espiritual.
Un crecimiento humano inteligente representa la opción del autoconocimiento de nuestros agujeros interiores.

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